11 julio 2016

GAES Transpyr Backroads por Victor Palomar

De Roses a Hondarribia en la GAES Transpyr Backroads. Todo depende de la óptica con la que se mira…
126 kms y 2550+. Muchos aficionados a la bicicleta vemos estos datos de recorrido como un entrenamiento exigente, de esos que te dan el punto para una cicloturista. Otros años hubiera sido una de las salidas con mis amigos del Club Ciclista Fraga para la preparación de la Montsec-Montsec o la QH o la marcha cicloturista en la que hubiera puesto mi siguiente objetivo. Pero cuando hablas de la GAES Transpyr y miras esos datos estás hablando de la etapa más fácil sobre el papel y piensas en ella como una etapa de descanso. Error. Todo depende de la óptica con la que se mira…
Mi nueva aventura se inicia el sábado día 11 de junio de 2016 cuando mis padres me acompañan de Lleida a Roses. Llegamos poco antes del mediodía, acreditación algo farragosa y paellita para cargar carbohidratos ante lo que nos espera.
photocall de la GAES Transpyr Backroads 
Una vez instalado en la habitación del hotel me uno con amigdos del Equipo GAES y de Imparables para acudir al briefing y la pasta party . Nueva carga de carbohidratos para el día siguiente y a preparar todo el material para los días siguientes.
Todo preparado para la batalla…
 Domingo 12 de junio, 6:00 a.m. Suena el despertador. No hacía falta, por suerte o por desgracia soy de los que cuando se acerca un reto me despierto sin necesidad de ayuda exterior. He podido descansar bien y me preparo para la primera etapa. Hoy iremos de Roses a Camprodon, 155 kms y 2750+. Números considerables y el miedo a marcar un ritmo demasiado fuerte que nos castigue para la etapa del día siguiente. Con ella y el puerto de Pradell en el subconsciente salimos todos los participantes en grupo. Los primeros kms parecen pactados para que nadie se haga daño, pero a un ritmo exigente… Pero al llegar al primer puerto (Santa Pau) nos fragmentamos en dos grupos. Yo me meto en el delantero, con Ibon Zugasti, Tomi Misser… Ellos silbando y yo apretando, pero me noto fuerte y quiero estar delante. Tras superar otros dos puertos de características similares al primero (8-10 kilómetros y porcentajes razonables), nos dirigimos al último puerto en el que está el reto del día. El puerto de La Boixeda, con sus 12 kms y algunas rampas por encima del 10% nos va a poner a cada uno en nuestro sitio. Al llegar al control de tiempos veo salir un obús llamado Ibon Zugasti con otros competidores de nivel cercano al suyo y confirmo que mi lucha va a ser otra, llegar a Hondarribia. Poco a poco voy subiendo a ritmo pero no voy demasiado fino. He gastado demasiado para estar delante. A 5 kms de coronar me noto flojo y un km después tengo que parar un par de minutos a reponer fuerzas. Dos barritas enteras y un gel. Corono y bajo solo, tranquilamente, hasta la meta en la preciosa localidad de Camprodon. Etapa 1 superada.
 Subiendo el penúltimo puerto de la primera etapa. 
Preciosa localidad Camprodon. Tras instalarme en el hotel , me pongo en modo recuperación. Fisioterapia, recuperador, descanso… Me noto cargado pero bien. Pero me entran dudas… Quizás he gastado demasiado. Hay algo de pánico a la etapa del día siguiente, con el monstruo de Pradell en el horizonte. Pasta party, helado de homenaje y a la cama. El descanso abundante va a ser fundamental.

Lunes 13 de junio. Pocas veces me pasa, cada vez menos con la experiencia, pero me levanto con cierto miedo. Nos espera la etapa reina, 150 kms y 3200+, números que ya impresionan, pero sobre todo nos espera el Coll de Pradell. El mito. En los meses previos he estado planteándome incluso cambiar el desarrollo. Voy con un 50-34 y 11-28, pero me han comentado que este puerto no se sube sin un 30 o incluso un 32. Por mis características físicas, poco peso, ya me conocéis, pienso que lo conseguiré. Pero queda la duda.
Con Antonio Gasso, Director General de GAES
 Salgo con prudencia, conservando en los dos primeros puertos, guardando para entregarme a la bestia. Va a ser el reto del día (el tramo cronometrado de la etapa). En Guardiola de Berguedà tomamos el desvío. Empieza el puerto… Primeros diez kilómetros hasta Vallcebre de adaptación con pendientes medias en torno al 5-6%. Pienso que quizás exageraban, pero me equivoco. A partir del km 10 vamos a cambiar a peor en el firme, asfalto rugoso de los que se enganchan, y sobre todo, en los porcentajes. Casi 6 kms en los que no se baja del 10% de media y se encadenan terribles rampas por encima del 20% e incluso 23%. Brutal. Leyenda merecida. Empiezo a hacer alguna S, pero subo… No soy ningún fenómeno, pero mi poco peso y mi voluntad me permiten domesticar a la fiera.
Una vez superado el gran temor de la etapa me relajo en parte y me dirijo a la provincia de Lleida. Voy en un pequeño grupo en el que toca trabajar, pero me siento orgulloso de haber superado el primer gran reto de la prueba. Al coronar el Coll de Josa siento una gran emoción, entramos en mi querida provincia de Lleida, donde vamos a disputar parte de esta, la siguiente y el inicio de la cuarta etapas. Después de un descenso muy roto y largo tras coronar Trava, me dirijo al final de etapa en la Seu d’Urgell.

Muy contento al finalizar la etapa en la Seu d’Urgell
Al llegar a la Seu, una gran confusión de la organización provoca que se hayan cambiado los destinos de las maletas. Al llegar al hotel no tengo la mía. Todos sabemos los inconvenientes que esto genera, al no poder cambiarte tras la reconfortante ducha… Pero al Imparable Santi Millán se la han entregado correctamente y me cede parte de su vestuario para que me pueda cambiar (muchas gracias Santi, eres muy grande). Pero no me tomo el recuperador que llevaba en la maleta ni me puedo poner las prendas compresivas. Quizás pague un precio por no hacer una recuperación adecuada. A última hora nos entregan las maletas correctamente. La mía, una de las últimas. A cenar y a dormir.
Martes 14 de junio. La tercera etapa va a discurrir toda por la provincia de Lleida. Tres de los cuatro puertos conocidos por mi parte. 137 kms y 3150+. Etapa dura, con un problema añadido, el reto del día va a empezar en el km 10, el Port del Cantó, por lo que ya desde el principio se impone un ritmo muy rápido. Son 25 kms de un puerto clásico de la Vuelta a España, que se me hacen largos… Los que me conocéis sabéis que no soy de grandes arrones al principio. Además va a provocar que se disgreguen mucho los participantes y sea una etapa muy viva desde el principio.
con el campeón olímpico de waterpolo en Atlanta 96 y presentador Pedro García Aguado, y el Imparable Santi Millan.
Una vez superado el reto del día, descendemos a Sort y nos vamos a enfrentar a dos de los puertos más bonitos de toda la prueba, Enviny y Moncortés, casi completamente libres de tráfico y con unas vistas preciosas, dirigiéndonos a la Vall Fosca y finalmente al puerto de Perves, en la N-260, que por sí solo representaría un reto, pero que en el contexto de la prueba  parece sólo otro puerto más. Todo depende de la óptica con la que se mira…
Quizás por la ilusión de pedalear por mis queridas Terres de Ponent, por conocer los puertos o por el ritmo vivo desde la salida, creo que en esta etapa estuve a un paso de liarla. Llego con las primeras unidades después de los pro, pero pronto me doy cuenta de que quizás he apretado más de lo que convenía. Piernas muy cargadas. Lo comento con los fisios e inicio una batalla contra el cansancio y el ácido láctico tomando todas las medidas a mi alcance para minimizar el desastre.
con el campeón del mundo de descenso Tomi Misser y su padre Josep Misser, otro fenómeno que a sus 67 años completó la GAES Transpyr,
Miércoles 15 de junio. La cuarta y la quinta etapa debían ser las etapas más cómodas de la prueba, pero mi exceso de emoción rumbo a Pont de Suert va a hacer que la etapa con destino a Ainsa se convierta en un cierto calvario. Nada más levantarme de la cama noto las piernas como piedras. Sensación similar a la del día siguiente de hacer una media maratón a pie. Puedo andar pero noto la musculatura en cada paso, sobre todo al bajar escaleras. Durante el desayuno comento la jugada con los recién incorporados compañeros del equipo GAES que van a hacer la Transpyr West (últimas cuatro etapas). Ellos frescos como lechugas y yo con una sobrecarga tremenda. Pero me dirijo a la salida e intento calentar con un ritmo ligero hasta Vilaller.
Camino de Ainsa “sólo” teníamos que pedalear durante 136 kms y 2500+. Pero tras superar el puerto de Bonansa escondía un falso llano de bajada de más de 50 kms que va a suponer uno de los mayores retos en toda la travesía. Ya sabéis lo que me gusta rodar en llano y más con viento en contra en todo el valle del río Isábena. Por suerte hago grupeta con un chaval de Mataró con buen ritmo y en los últimos 20 se nos une un grupo de unos 10 ciclistas tirados por un inglés que no pide ni un relevo. Tampoco podría dárselos. Si supiera lo que me dolían las piernas…
A partir de ahí, supervivencia. El reto del día, con la subida al puerto de Fantova se me hace eterno, lo siguiente y lo siguiente de lo siguiente. Y todavía quedan dos puertos más, que en otras circunstancias hubiera disfrutado, pero en este momento no. No lo negaré, pedalear con dolor en las piernas no es lo más gratificante. Pienso en reservar todo lo que pueda, pedalear para llegar, pero no complicar todavía más las cosas, pues todavía me quedan tres etapas, algunas de ellas de gran dureza.

Jueves 16 de junio. Las sensaciones mejoran, poco, pero mejoran. He pasado una tarde de cierta preocupación pensando que mi rendimiento iba para abajo y que iba a costar Dios y ayuda conseguir el reto. Pero un buen descanso y nutrición me permiten sentir algo más de feeling con mis piernas. O quizás me he acostumbrado a que me duelan.
En la etapa entre Ainsa y Jaca vamos a poder disfrutar de la compañía de un auténtico mito, quizás el primer ciclista con el que yo disfruté a través de la TV. Perico Delgado participa en esta etapa para colaborar con la fundación ASDENT que preside Eva, a la que va a acompañar durante toda la etapa, con el objetivo de dar a conocer el Síndrome de Dent, una enfermedad rara que sufre su hijo.
Un placer poder pedalear durante unos kms con un crack como Pedro Delgado, que además demuestra un gran corazón colaborando con causas solidarias como la de ASDENT.
Nada más salir nos adentramos en uno de los paisajes más bonitos que nos vamos a encontrar en toda la prueba, el  fantástico Cañón del Añisclo, que hace más llevadero el inicio de la etapa y me permite recuperar sensaciones. Desde allí a subir el Cotefablo a ritmo llevadero, pero al coronar y atravesar el túnel nos encontramos con una lluvia intensa en la vertiente que se dirige a Biescas. Bajando con dos compañeros del equipo GAES, nos entró el frío de tal manera en el cuerpo que al llegar a Biescas, mi compañero Héctor decide, con buen criterio parar en una cafetería a coger temperatura. ¡Estábamos congelados! Tras 10 minutos de tiritona y al recuperarme un poco decido arrancar de nuevo.
Con la ultrafondista Emma Roca, con la que compartí buena parte de la quinta etapa.
A partir de entonces cielo nublado, ciclistas desperdigados, voy rodando con la ultrafondista Emma Roca y otro participante, hasta llegar al pie del reto del día, el puerto de Navasa. Buen ritmo de inicio, sin exigirme demasiado porque todavía no tengo buenas piernas. Hacia mitad de subida cada vez el cielo más tapado, empieza un terrible viento de cara que convierte el reto en uno de los más duros para mi de toda la prueba. Malas piernas, desnivel, fatiga, piernas duras… Demasiados factores que me obligan a cumplir sólo sobreviviendo.
Y al coronar, cielo plomizo que advierte de la intensa lluvia que nos va a acompañar en los últimos 15 kms hasta nuestra llegada a Jaca. En el avituallamiento de la llegada me encuentro con dos compañeros del Club Ciclista Fraga que están haciendo la prueba en btt. Muy ídolos. Los finishers de btt si que merecen un buen aplauso.
 Gran alegría al encontrarme en la meta de Jaca con dos compañeros del Club Ciclista Fraga. Al día siguiente nos encontraríamos camino de Roncesvalles en medio del diluvio.
Viernes 17 de junio. Después de pasar toda la tarde-noche más pendiente de la previsión meteorológica que de otra cosa, nos despertamos con cielo nublado y frío pero no llueve. Mis piernas ya han decidido que como no paro no hace falta que se quejen de dolor, por lo que las sensaciones mejoran bastante. Me dirijo a la salida desde la Ciudadela de Jaca. Antes de la salida se desatan los rumores sobre una posible anulación del reto del día, la subida al temible Larrau, por su peligrosidad si llueve mucho. Al sonar el cohete vuelta al empedrado de la Ciudadela y arrancamos. Buenas sensaciones, voy con mi grupo de cada día hasta que… Pinchazo de la rueda de delante… Miro la cubierta y me acuerdo de aquel al que se le haya ocurrido la vueltecita por el pavé del monumento. Tengo una piedrecita clavada. Me dispongo a reparar quedando completamente descolgado del grupo, pero el Imparable Carlos Ortet se da cuenta y se ofrece a ayudarme. Muchas gracias Carlos. Reparamos lo más rápido que podemos (entre pitos y flautas 10 minutos porque se nos sale el obús de la cámara nueva…) y arrancamos de nuevo. Somos los últimos….
Poco a poco vamos cogiendo ritmo y alcanzamos a diversos participantes. Un compañero del equipo GAES que se ha enterado del incidente nos espera. Muchas gracias Jaime. Decidimos formar grupeta para llevar la etapa del día hasta el final. Quizás tengo algo más de ritmo pero la compañía hace que disfrute al máximo de la jornada. Además me permite llegar al reto del día, el temible Larrau, con reservas en la musculatura.
Tirando del grupito que hemos formado con Jaime Balasch y Carlos Ortet, con los que he disfrutado mucho de la sexta etapa de esta Transpyr.
Reto del día. Puerto de Larrau. Un hors categorie de 11 kms y 700+ que se hizo famoso en el Tour de 1996, en la etapa navarra con la que homenajearon al gran Miguel Indurain. Llegamos al pie con poca lluvia al largo del día, quizás menos de la prevista. Me noto con fuerzas, quizás por ese punto menos que me he exigido a lo largo del día. Voy a intentar darlo todo. Apreto como ningún día en la subida y obtengo mi mejor posición en el reto. Al coronar cielo muy oscuro. Me tapo con el chubasquero e inicio el descenso. A mis compañeros de grupeta todavía les queda algo de subida y los animo al bajar.

Al llegar al avituallamiento del pie del final del descenso tomo una decisión equivocada. Como está chispeando decido seguir solo para no coger frío y para ver si me libro de la lluvia. Quedan 70 kms. Error. Empiezo a tirar y cada vez llueve más. Cuanto más me acerco a la llegada más lluvia. Tres horas largas bajo la lluvia intensa y con un frío tremendo. Llego a Roncesvalles. Muerto. Más de 8 horas de condiciones bastante extremas pero lo he conseguido. Al llegar al hotel voy a tener un pequeño mareo que me obliga a tumbarme en medio del comedor por el contraste térmico. Me siento casi finisher, pero hasta el rabo todo es toro.
Bajando uno de los puertos de la sexta etapa, en uno de los pocos momentos en que no debía llover. Gracias Javi Sancho por la foto.
Sábado 18 de junio. Las previsiones climatológicas que teníamos el día anterior eran dramáticas, pero al despertarme a las 6 de la mañana no llueve. Hace frío pero, por ahora no llueve. Cinco grados en Roncesvalles. Tras el copioso desayuno de rigor me dirijo a la salida, pasando previamente por la carpa del fisio para que me apliquen crema calentadora (no sé si para mejorar el rendimiento o el confort por el frío).
En los fisios de TomásBellès aplicándome crema calentadora pocos minutos antes de la salida junto a mi compañero del Equipo GAES Jaime Balasch.
Salimos sin lluvia y con la ilusión puesta en que, por una vez, las previsiones meteorológicas no se cumplan. Pero antes de la media hora de etapa empieza a llover, lluvia continua y no precisamente el famoso xirimiri tan frecuente en Euskadi. Subimos y bajamos puertos continuos y subidas que no constan como puertos pero que continuamente te exigen. Tras más de tres horas bajo la lluvia, en el transcurso de una bajada, se me acerca un integrante veterano del grupo en el que circulaba y me comenta que van a parar en una cafetería a recobrar temperatura. Estoy tiritando ya que habíamos coronado a 4 grados y completamente empapados, por lo que la noticia me suena a gloria.
Con el gran Santi Millán, aprovechando la tregua climatológica que se nos presentó durante la última etapa.
Durante los diez minutos de parada para tomar café nos parece ver que para de llover. No es una ilusión, ha parado, por lo que comentamos que cuanto antes arranquemos mejor. Falsa alarma, la ilusión no va a prolongarse más de media hora y todavía nos quedan unos 80 kms y múltiples ascensos y descensos, pero que se le va a hacer. Tenemos que seguir.


No pasan los kilómetros como me gustaría. Sé que si voy en grupo se me va a hacer más fácil. Probablemente van a ser algunas de las horas que menos he disfrutado encima de una bicicleta de toda mi vida, pero sigo pedaleando. A unos 20 kms para la llegada, tras coronar el último de los puertos marcados en el perfil visualizo el Mar Cantábrico. Este momento me da más energía que cualquiera de las barritas o geles que he devorado durante todas estas etapas.  Voy a ser finisher. Ha costado mucho pero lo he vuelto a conseguir. Finisher de la GAES Transpyr Backroads.
En el puerto de Hodarribia con el Diploma de Finisher de la GAES Transpyr Backroads. Aprovechando los pocos rayos de sol que tuvimos en todo el día.
Nada más acabar me pongo a la labor de recoger todo rápido, porque me imagino que lo mejor está por llegar. Viaje rápido hacia Lleida y, al llegar, el mejor de los trofeos. Como siempre que me embarco en una de estas historias tengo un recibimiento que ni el mejor de los grandes campeones. Muchas gracias Patricia, Victor y Helena. Por ser como sois, por entenderme en mis aficiones y por todo.
Gran recibimiento por parte de mis tesoros. Da igual la posición y el tiempo empleado, me hacen sentir siempre como si fuera un gran campeón.