TROTAMONS BIKE RACE 6 ABRIL 2019

14 mayo 2012

MARCOS EN LA "Mallorca 312"

Uno de nuestros socios más activos, Marcos Calucho, ha participado, al igual que el año pasado, en la exigente marcha cicloturista Mallorca 312. Se celebró el pasado 30 de Abril. Aquí tenéis la crónica; a ver si os pone los dientes largos y el próximo año os animáis a participar. Destacar que fue el participante más veterano en completar los 312 kilómetros de recorrido.
"Por segundo año consecutivo el sábado 30 de Abril pasado participé en la marcha más larga y dura de las que se celebran en España: 312 kilómetros de distancia y 4,250 metros de desnivel acumulado, con un tiempo máximo para hacerla de 14 horas. Se da la vuelta completa al perímetro de la isla de Mallorca, pasando por la sierra de la Tramontana
Para que os hagáis una idea de lo que esta marcha supone, si la comparamos con la "Quebrantahuesos" es un 50% más larga y tiene 700 metros más de desnivel, y en la Quebranta el desnivel se reparte a lo largo de los 210 kilómetros, mientras que en la "Mallorca 312" se concentra todo en los primeros 130 kilómetros.
Como este año no estaba convencido de que mi preparación fuera la suficiente para acabar la marcha, tenía preparado un plan B que consistía en hacer el recorrido corto de 167 Km en vez de los 312 Km. Ambos recorridos tienen en común los primeros 100 Km, hasta Valldemosa, y luego el recorrido se bifurca en dos, uno que vuelve al punto de partida en Alcudia, y el otro que continúa por la otra mitad de la isla.
A las 6:45 ya estábamos los casi 800 sufridores en la línea de partida (300 para la larga y 500 para la corta). Nos acompañaban  Joseba Beloki y Fernando Escartín, que llevaban los dorsales 312 y 167 respectivamente, coincidiendo con la distancia de los dos recorridos.  A pesar de las previsiones de lluvia, el día no pintaba mal. Pantalón y maillot cortos, pero con chubasquero y manguitos por si hacía frio en lo alto de la Tramontana. Nervios, dudas, tembleque de piernas, pero con la esperanza de acabar. En la salida, te dices a ti mismo que si acabas la prueba ya es un triunfo, aunque sea agotando las 14 horas.
Los primeros 25 Km son neutralizados y con el tráfico cortado. Vamos todos juntos hasta llegar a las primeras rampas de la sierra Tramontana. A partir de ahí, sálvese quien pueda.  
La Tramontana, hizo honor a su nombre, y un fuerte viento dificultaba la ascensión y hacía peligroso el descenso. El peso de la bici que en la subida era un handicap, se agradecía en las bajadas donde parecía ir sobre raíles. 
Yo salí de los primeros, pero la montaña pone a cada uno en su sitio, y veía impotente como me iban pasando corredores por todas partes. Iba a tope y jadeando, y me adelantaban ciclistas que iban hablando tranquilamente. En las bajadas trataba de recuperar posiciones e iba a tumba abierta. Nada de tocar los frenos. Y así fue como casi me trago un muro de piedra: en uno de los descensos había un túnel largo de unos 400 metros donde por la oscuridad no podía ver la velocidad a la que iba (calculo que entre 70-80 Km/h), y justo al acabar el túnel aparece una curva de 90º con un muro enfrente. A la velocidad que iba no podía tomar la curva, y opté por seguir recto frenando a tope. Me detuve a medio metro del muro (¡gracias Shimano!). La organización había advertido de este túnel y la curva, pero yo iba obcecado en recuperar posiciones y no me acordé.
Durante 100 Km no hicimos más que subir y bajar, estando la dificultad máxima en el ascenso al Puigmajor de 1,400 metros. Las piernas empezaban a doler, el ánimo a decaer y el cansancio era ya aparente en muchos corredores, de los que yo no era  una excepción. Llegamos a la bifurcación de las dos marchas, y el gran dilema: elegir la corta o la larga. El corazón me decía que la larga y la cabeza que la corta. Todo un viaje a Mallorca se merecía hacer la larga, así que opté por la larga.
A mitad de recorrido se llega a Palma y hay que atravesar toda la ciudad por el lado del mar, con la brisa ligeramente a favor.  Con 150 Km en las piernas y agotado por el esfuerzo en la Tramontana, piensas que aunque llanos , te siguen quedando aún más kilómetros de los que llevas hechos, y te entra una especie de desasosiego porque ya no hay vuelta atrás. O sigues y acabas, o te recoge el autobús de los que abandonan. Así que adelante.
Me había saltado los dos avituallamientos anteriores, uno líquido y otro sólido, así que en el próximo me tocaba parar, beber, comer, estirar y ....rezar! Llené el bidón con agua, me bebí un bote de Isostar, tomé un gel recuperador, comí un plátano y me cogí tres barritas energéticas para el camino.
Los 150 Km restantes eran casi llanos y el truco estaba en coger un grupo con el que pudiera ir a rueda el máximo tiempo posible. Así lo hice, y me llevaron en volandas durante bastantes kilómetros, hasta que llegó un repecho largo. Con las fuerzas justas y las piernas hinchadas no pude seguirles el ritmo y me quedé solo a mitad de la rampa. El dolor de las piernas cuando me ponía de pié era insoportable. Tenía que subir sentado y a mi ritmo. Miré hacia atrás por si venía otro grupo al que acoplarme, pero no había nadie, así que con el viento de cara tuve que seguir pedaleando hasta el próximo avituallamiento de Portocristo, a 60 Km de la llegada. Allí sabía que habría gente recuperándose y podría ir otra vez en grupo. 
Fuí con un pelotón muy rápido hasta Artá, donde el grupo decidió parar a repostar en el último avituallamiento líquido a 25 Km de meta. Viéndome ya tan cerca de la llegada, me salté el avituallamiento, y decidí hacer en solitario los últimos kilómetros. Reventado pero con la alegría de saber que iba a acabar la prueba, pedaleaba, cantaba y me reía solo. No podía ir a más de 25-27 Km/h, y cualquier rampita me parecía el Tourmalet, pero cada kilómetro recorrido era un paso más hacia el triunfo.
Ya veía el cartel de los últimos 10 Km y la cercanía de la meta me hacía temblar las piernas. Esperaba ver pronto el cartel de los últimos 5 Km pero parecía que alguien lo iba estirando cada vez más lejos. Cada kilómetro era como tres.
Por fin, después de 12 horas y media de pedaleo, meta a la vista, la gente animando, la música de bienvenida, el pitido del microchip al pasar por el control y María, mi mujer, esperándome complacida y sonriente. El cielo debe ser algo parecido a esto. Valía la pena hacer la larga.
No quiero acabar mi relato sin dedicar unas líneas a unas personas excepcionales a los que quiero mostrar toda mi admiración, y que viendo su esfuerzo, me hicieron  sentir pequeño a su lado. !Y yo que pensaba que lo mío tenia mérito! Para nada.  Un grupo suizo de ciclistas tetrapléjicos, con las piernas inválidas, usando bicis especiales de tres ruedas, se atrevieron a hacer la marcha corta y uno de ellos de nombre Oliver Pholing terminó la larga, pedaleando con los brazos. Mi tiempo fué de 12 horas y treinta minutos, y el suyo de más de 17 horas. Salió a las tres de la mañana, acompañado por un coche e hizo los 312 Km y subió los 4,200 metros. Chapeau Oliver. Toda mi admiración.
A mi me nominaron como el más veterano de la marcha larga y a Oliver como el personaje más excepcional de la prueba. Podeis ver su foto y su bici al final del artículo.
Espero repetir el año que viene, y ojalá me acompañe alguien más del Club Ciclista Fraga.

Marcos Calucho